La introducción de especies en los
ecosistemas es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la
comunidad original de los ecosistemas afectados. Aunque, por causas diversas,
aparecen nuevas especies por procesos de dispersión (caso del elanio o de la
tórtola turca, por ejemplo), lo más frecuente es que las especies nuevas hayan
sido introducidas por el hombre, bien consciente o inconscientemente. Puede
ocurrir que la especie colonizadora no se aclimate a su nueva residencia y no
consiga reproducirse, con lo cual el problema dejar de ser tal; pero no ocurre
así en otras ocasiones. En ese último caso se suele dar un proceso de
competencia, que las más de las veces se salda con la desaparición de uno de
los competidores, que, por desgracia, puede ser la que ocupaba anteriormente el
hábitat. En otras ocasiones, la nueva especie actúa como vector de transmisión
de alguna enfermedad, que termina por afectar a otras especies parecidas del
ecosistema. Ratas y gatos que, en islas, hacen desaparecer a numerosas especies
de aves, reptiles, mamíferos; cangrejo rojo americano que casi elimina al
autóctono; peces introducidos para la pesca, que están haciendo desaparecer
numerosas poblaciones de peces autóctonos; visón americano que casi ha
convertido al europeo en una reliquia; y así un larguísimo etcétera.
Hasta aquí parece (al menos para el lego) que poco puede inquietarnos,
pero cuando la especie introducida afecta o puede afectar directamente a las
actividades humanas, ya es cuestión de empezar a preocuparse.
Hace casi dos meses, un ganadero de la zona nos consultó
sobre unos animales que parecían jabalíes pero, al mismo tiempo, cerdos
domésticos, y que vagaban por su finca y otras aledañas (entre Pozoblanco y
Villanueva de Córdoba) Los había visto, sobre todo, en una pequeña zona con monte
y algunos pinos, intercalada entre la dehesa. Se mostraba preocupado, pues en
ocasiones se mezclaban con sus cerdos ibéricos. Fuimos en alguna ocasión y de
lejos pudimos observar una piara de unos 15 ejemplares. Nos parecieron cerdos
vietnamitas (ese que puso de moda George Clooney como mascota doméstica), pero
no estábamos seguros.
Hemos consultado la bibliografía y hemos comprobado que en
numerosos lugares de España se están viendo estos cerdos en libertad. Estos
cerdos (una raza más del cerdo doméstico) se han importado como mascotas, y ya
se sabe: cuando el niño o no tan niño se cansa, hala, a soltarlo. Es entonces
cuando puede empezar a crear alguno de los problemas que ya hemos comentado.
Nos pusimos a la tarea de comprobar si nuestra primera
impresión era cierta y para ello colocamos una cámara de fototrampeo (¿se
acuerdan?, aquella que nos permitía vigilar al zorrito que curamos), junto con
cebo de olor, en la zona que, nos decían, frecuentaba esta piara. Tras varios
intentos, hoy hemos obtenido la primera fotografía de parte de la piara.
Efectivamente, son cerdos vietnamitas.
Es el momento, no ya de empezar a preocuparse, sino de
empezar a tomar medidas rápidas para evitar que, lo que hoy es una anécdota, se
convierta en un problema grave para la economía de la zona. El cerdo vietnamita
se cruza fácilmente con el ibérico; al haber sido criado por el hombre no le
teme y se acerca a las explotaciones ganaderas. Este puede ser el primer
problema: la degeneración paulatina y silenciosa de la raza ibérica (nos referimos
al cerdo) El segundo problema es más inmediato y grave, pues la raza vietnamita
(de cerdo) es vector de transmisión de una variante casi letal de peste: la
peste di di mau. Aunque la transmite, como lleva muchos años padeciéndola en su
país de origen, él está prácticamente inmunizado; pero no así la raza
autóctona, que puede padecerla con nefastos resultados.
Es pues hora de empezar a tratar de
eliminar esta piara y otras que no estén detectadas. Para ello nos ponemos a
disposición de cuantos ganaderos estén preocupados por ello y estamos a dispuestos
a colaborar con los particulares y concejales de medio ambiente que quisieran coordinar una campaña para tratar de atajar de raíz el problema. Una solución rápida, en
estos casos, es tratar de eliminar directamente a los individuos que se vayan
encontrando e identificando de manera cierta (no vaya a ser que eliminemos lo
foráneo y lo propio); por ello, instamos a los cazadores que abrazan postulados
ecologistas y a los de gatillo fácil, a colaborar con nosotros en la rápida
eliminación de lo que, aunque ahora no es problema, puede llegar a serlo si no
se emprenden medidas rápidas y drásticas (batidas selectivas o proponer la sustitución de la caza del jabalí por la de esta raza) Si esta acción no prospera, hay otras medidas a medio y largo plazo, tal vez mucho más eficaces. A medio plazo, la colocación de cebos envenenados específicos para esta especie puede ser eficaz. A largo plazo, puede servir la plantación de encinas transgénicas que lleven incorporado un gen que inmunice contra la peste di di mau a los cerdos ibéricos que coman sus bellotas y que, al mismo tiempo, mate a los vietnamitas (a los cerdos) Soluciones hay varias, pero hay que empezar a actuar.
Guadamatilla