Por los meses de octubre y noviembre de hace 29 años, un
grupo de personas de la comarca y de fuera de ella, comenzaron a reunirse para
tratar de fundar un grupo (esa denominación iba a tener en principio lo que
después sería asociación) que tratara de dar a conocer la naturaleza de Los
Pedroches, tanto sus inmensos valores como sus problemas.
No recuerdo cómo nos llegamos a poner en contacto, ni donde
nos reuníamos, pero en esas reuniones previas a la fundación de GUADAMATILLA,
eran mayoría los docentes y las personas relacionadas con la sanidad. De ellas
salieron el acta fundacional y los estatutos, en los que quedaban claros cuáles
eran las preocupaciones y los intereses de los reunidos. Quedan resumidos en el
primer punto de sus fines: “Estudio,
defensa y divulgación del patrimonio natural de Los Pedroches”, que
prácticamente constituyen el nombre completo de GUADAMATILLA (Asociación para
la Defensa y Estudio del Medio en Los Pedroches)
Como buena parte éramos docentes, echábamos en falta
documentación que tratara de los distintos aspectos naturales de la comarca
(había una tesis sobre suelos, otra sobre flora, los artículos y libros de
geología de D. Rafael Cabanás, y poco o nada más) y para tratar de subsanar, en
parte, dicha carencia, en ello nos empeñamos. Era necesario también dar a
conocer a propios y extraños qué eran Los Pedroches, qué valores tenían, qué
podían aportar. Por supuesto también había que tratar de solucionar o, por lo
menos, plantear soluciones a sus problemas naturales y ambientales, que si no
eran percibidos por buena parte de los habitantes de la comarca, mucho menos lo
eran por los foráneos.
Como quedó dicho al principio la asociación iba a llamarse
“grupo”, pero no fue sólo este el cambio que sufrió en su denominación, pues el
nombre propuesto al principio fue el de GRUS. De hecho con tal nombre apareció
en una noticia del diario Córdoba, firmada por el anteriormente llamado Jesús
Rodríguez, que daba cuenta de los contactos que se estaban estableciendo para
fundarla. Hubo que cambiarle (para bien, creo yo) el nombre, pues ya existía
una entidad (o una revistilla, no recuerdo) con tal denominación.
Por aquel entonces la nómina de entidades ecologistas en
España era corta y en Córdoba aún más. Existían, creo recordar, Amigos de la
Malvasía, Agrupación Ecologista "Soña" (hoy integrada en Ecologistas
en Acción), Godesa, tal vez, Aedenat, y poco más. Las dos últimas se fusionaron
en 1998 para formar Ecologistas en Acción y la primera está casi desaparecida.
Somos, pues de las más antiguas en activo.
Desde entonces mucho ha llovido y mucho han cambiado las
cosas. Por lo pronto, de los antiguos fundadores prácticamente sólo queda uno que milite, de
forma más o menos activa, en ella.
De los principales problemas, que fueron considerados para
su fundación, alguno se solucionó (la extracción de áridos en los ríos de la
cuenca del Guadiana), otros se paliaron (la falta de información sobre la
naturaleza de Los Pedroches) y otros siguen latentes, sino empeorados (el
progresivo deterioro de la dehesa)
Alguna de las “herramientas” que entonces podían utilizarse
para tratar de cambiar algo ya no valen, o valen muy poco.
Al poco de fundarse GUADAMATILLA, hablaba en su despacho con
el profesor que me había introducido en las “cosas de la investigación”. Tenía
entonces ya un cargo político de relevancia en cuestión de medioambiente y me
dio un consejo: si queréis conseguir
algo, dirigiros a nosotros, y si no os hacemos caso, dirigiros a la prensa, a los medios de información,
haced una campaña divulgativa; no queremos ver en ellos algo que pueda poner en
cuestión nuestra labor. Creo que a mediados y finales de los ochenta del
siglo XX tal estrategia funcionó, como he podido ver en numerosos recortes de
prensa que he estado hojeando. Pero ya no valen estas tácticas, o al menos tengo
esa impresión. ¿Qué político no suelta una larga parrafada, las más de las
veces vacía de contenido, para “argumentar” (?) contra algo que se enfrenta a sus
intereses o a los de su partido? ¿Quién no se traga tan “brillantes y adornadas explicaciones”
frente a los breves argumentos y peticiones contrarias? Llevamos las de perder
casi siempre.
Hace algo más de un año, Antonio Muñoz Molina en el libro “Todo lo que era sólido” y en una
entrevista posterior, dejaba entrever que los intelectuales no han estado a la
altura de las circunstancias en cuanto a su influencia sobre la sociedad. Poco
después, Javier Marías mostraba su disconformidad con tal opinión en un
artículo en el País Semanal. Decía: “Sí,
en la época de la hoy denostada Transición había ministros, y hasta Presidentes
de Gobierno, que mandaban a buscar el periódico del día siguiente a los
quioscos de madrugada preocupados por el veredicto de un editorial o de un
intelectual influyente. ¿Es eso imaginable ahora?.... Muchas veces he
reconocido que los que escribimos en prensa –y hacemos lo que podemos– sabemos
de cuán poco servimos ahora. Damos algo de consuelo a los lectores que nos
aprecian, tal vez los ayudamos a veces a ver un asunto desde una perspectiva
distinta, eso es todo… Él no ignora que los políticos, como ante tantas otras
cosas, se han tapado los oídos, se han blindado. El problema es que en su
soberbia, y en el extraño poder que democráticamente se les ha entregado para
que lo ejerzan con autoritarismo e impunidad, ya no se inmutan por ningún
griterío ni aceptan ningún consejo de nadie”. Pues en esas estamos.
(continúa)
pln