El zorrillo es un auténtico luchador.
Las fracturas que tenía eran importantes, también tenía heridas abiertas, estaba lleno
de parásitos (tanto externos como internos), padecía de dermatitis; el panorama
no era alentador y aconsejaron sacrificarlo. Pero hubo una persona (Pedro) que
se empeñó en que podía salir adelante. Gracias a “Peludos” fue atendido por una
veterinaria que le curó las heridas. A partir de ahí comenzaba una lenta
recuperación (que la mayoría creíamos imposible).
Se desparasitó y diariamente se le administraron
antibióticos y desinfectaron las heridas. Además, también diariamente,
era necesario ir a echarle de comer y de beber. El animal se recuperaba
a ojos vista y cada vez era más complicado cogerlo para curarlo. En los dos
vídeos de la entrada anterior se aprecia como, a pesar de las importantes
fracturas, era capaz de saltar.
Al cabo de 45 días empezamos a suministrarle solo presa viva
para que él la cazara. Y ¡vaya si la cazaba! Estaba listo para ser soltado. Y ya
está campeando libremente (esperamos)
¿Qué hemos recuperado y soltado un zorro, con lo dañinos que
son estos bichos? Bueno, es cuestión de conocer cómo funciona la naturaleza y dejarse de
prejuicios y de opiniones escasa o nada fundamentadas.
Entre los venadores,
el raposo suele tener muy mala prensa. Según ellos, cuando se presenta, un
recibimiento a tiros es lo que corresponde. El cazador considera al zorro su
enemigo ancestral. ¿Motivos? Les roba las perdices y los gazapos y atenta, por
tanto, contra sus gratas horas de esparcimiento. La enemiga cazador-zorro
responde a una vieja tradición. Son como dos perros disputándose el mismo
hueso. Y hasta tal extremo llega esto, que allí donde no hay perdiz o la perdiz
escasea, la responsabilidad caerá sobre el zorro… Esta actitud no deja de ser ingenua
ya que salvo en los casos de una proliferación desmedida, no es pensable que el
zorro pueda, por sí solo, descartar las perdices de un término… Empero la
leyenda –cuanto más truculenta, mejor- influye y, pese a nuestra convicción de
que el raposo no pasa de ser un eslabón más de la cadena ecológica, entre
cazador y raposo existe un desafío latente, una enemiga inconciliable que se
transmite de generación en generación.
Miguel Delibes
Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo. 1977
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