Por lo escrito en la anterior entrada, tal vez pueda parecer
que es necesario ser científico o técnico para poder llegar a conocer, o por lo
menos aproximarnos, al funcionamiento de los procesos naturales o a la historia
natural de una zona. Es cierto que, cuando se trata de comprender la mayoría de
los procesos que operan en la naturaleza, se complica mucho la investigación;
tanto más cuantas más variables intervienen o se tienen en cuenta. No obstante,
hay estudios o trabajos que pueden servir para satisfacer nuestra curiosidad
ante un fenómeno natural; por ejemplo, de las dos cuestiones planteadas en las
dos entradas anteriores, la de conocer la distribución y número de cigüeñas es
relativamente fácil, mientras que la otra (los efectos de la suelta de perdices
de granja), dado el número de factores a considerar (variables), se complica
bastante e incluso puede dejar algunos o nuevos interrogantes.
Si nos centramos en trabajos más simples, como los que
tratan de conocer la distribución o abundancia de una determinada especie, son
variados los métodos que se pueden usar; todo depende de los eternos
condicionantes de cualquier investigación: tiempo, esfuerzo a aplicar,
personal, dinero, grado de precisión, objetivos, etc. Cuando he planteado en el
aula la cuestión de conocer la distribución o abundancia de una especie, casi
de forma unánime la respuesta ha sido salir al campo y empezar a contar todo “bicho
viviente”, además, de forma un tanto anárquica. No conocen la necesidad de planificar, de escoger una metodología adecuada,
de, por ejemplo, dividir el terreno en cuadrículas; por supuesto, ni se les
pasa por la imaginación que, por lo general, el método más adecuado para abordar
estas cuestiones es el muestreo. Los muestreos consisten en estudiar sólo
porciones (muestras) de la población o poblaciones y, a partir de los datos
obtenidos, inferir el total aplicando procedimientos matemáticos y estadísticos.
Esta metodología permite disminuir el esfuerzo sin perder, de forma
significativa, precisión. Por ejemplo, los censos de distribución de nutria que
se vienen realizando en España desde el año 1990 (la misma metodología se usa
para otras muchas especies), se han hecho muestreando varios puntos de cada
cuadrícula UTM de 10 x10 km en las que se divide el mapa peninsular; no hace
falta recorrer todos y cada uno de los cursos fluviales (en este caso) del
territorio (con ello no se gana en el conocimiento de la especie y, por el
contrario, se encarece y dificulta el estudio)
Imagen 1 |
Los métodos de muestreo son muy variados y su aplicación
depende tanto de las características del organismo como de, por ejemplo, su
patrón de distribución. Incluso podemos plantear el estudio como un juego.
Vamos a plantear aquí dos juegos: uno hay que hacerlo en el campo y otro se
hace en el propio ordenador.
JUEGO 1.
Suponga que tiene una finca y quiere conocer la densidad (o
el número, da igual) de encinas que hay en ella. En la actualidad, mediante los
sistemas de información geográfica (SIG) es fácil, pues se accede a la
fotografía del terreno (Imagen 1) y sólo hay que contar los árboles (quién no
conoce el SIGPAC oleícola; recomendamos para esta tarea la siguiente dirección);
pero cuando no se pueden discriminar los pies, bien porque hay otras especies
asociadas o porque están muy juntos, se puede estimar la densidad de arbolado
mediante, entre otros, el método del individuo más próximo.
Imagen 2 |
Si se hace
correctamente, es fácil, fiable, si se aplican correcciones estadísticas, y además
de puede plantear como un juego para niños; veamos: se coge un trozo de madera,
(un tarugo) o una piedra que destaque sobre el terreno y de forma aleatoria se
va tirando por parte de la finca (los árboles deben estar distribuidos más o
menos uniformemente); en cada tirada se anota la distancia a la que ha caído la
piedra del árbol más próximo (Imagen 2), al cabo de unas diez tiradas (o más; mientras
más mejor) se suman todas las distancias y se calcula la media. Aplicando la
fórmula siguiente (m es la media de
las distancias) podemos conocer la densidad de encinas por hectárea
JUEGO 2.
Imagen 3 |
En este caso queremos conocer la cantidad
de orquídeas que hay en un prado. Supongamos que el prado es el de la imagen 3.
Agrande la imagen y trate de contar, sólo
durante 30 segundos, todas las orquídeas (las flores rojas) que hay; ha resultado imposible
¿verdad? Agrande de nuevo la imagen, pero ahora cuente sólo las que hay en cada
cuadrado (de nuevo, sólo durante 30 segundos)
Si ha contado bien, le saldrán 18, es
decir, una media de 1,5 orquídeas por cuadrado; relacionando la superficie del
cuadrado con la del prado salen 90 orquídeas, lo cual se aproxima muchísimo a
la realidad (cuéntelas todas y verá como es cierto)
Imagen 4 |
Como se puede apreciar, no son necesarios grandes
conocimientos para abordar pequeños estudios como los de distribución o
abundancia de ciertas especies; otra cosa es que se quieran conocer, por
ejemplo, los factores que condicionan la distribución o abundancia, pues es necesario
tener en cuenta numerosas variables ambientales. Volviendo a la nutria, la
imagen 4 es el mapa de distribución de este mustélido en Córdoba en un determinado
período; los datos se obtuvieron de fichas semejantes a la de la imagen 5. Si
queremos profundizar es necesario no sólo “situar a la nutria” sino analizar
todos los datos contenidos en la ficha; el resultado puede dar lugar a gráficos
como los de las imágenes 6 y 7; pero eso son palabras mayores.
Imagen 6 |
Imagen 7 |
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