Para dar por finalizada esta serie, me voy a permitir (lo
usual sería decir “me van a permitir”, pero veo difícil que alguien no me lo
permita) recordar algunas anécdotas que pueden reflejar las distintas
percepciones que de la naturaleza (y de su valor) de Los Pedroches se tiene.
En la jornada de clausura de las “II Jornadas sobre
Explotación y Conservación de las Dehesas”, que organizamos allá por el año
1.991, fuimos a comer al Santuario de la Virgen de Luna, donde, entre otras
viandas, nos esperaban dos jamones de cerdo ibérico que había aportado Miguel
Cabrera y Rafael Muñoz. A esas jornadas asistieron algo más de un centenar de
personas que se había desplazado desde diversos lugares de España y también de
Marruecos y Portugal. La mayoría de los participantes, antes de comer, se dio
un paseo por los alrededores del santuario; como desde la cuesta a cuyos pies
está éste se observa una gran extensión de dehesa, allí la concentración fue
mayor. Pues, aunque para muchos resulte difícil de creer, costó “sangre, sudor
y lágrimas” dirigirlos hacia la comida (ni el jamón era reclamo); algunos
parecían haber sufrido el síndrome de Stendhal, y eso que la gran mayoría eran
estudiosos de la dehesa (o, cuando menos, interesados en ella)
Hace ya algunos meses asistí a una reunión, en el paraje de
San Martín, promovida por el CIT de Los Pedroches; en la mesa en la que me tocó
estar, al margen de que algunos integrantes se interesaran más por sus negocios
que por un programa conjunto, hubo también algunas personas que a la hora de
promocionar los valores naturales de Los Pedroches, sólo contemplaban la dehesa.
Algo parecido ha ocurrido en otras reuniones más recientes a las que asistieron
empresarios relacionados con el turismo (fundamentalmente rural), empresas
relevantes de la comarca y entidades supralocales. Creo que ha quedado patente
que Los Pedroches tienen otros valores naturales además de la dehesa (si bien
desde el punto de vista económico, histórico y social, ésta se lleva la palma)
A este respecto, recuerdo un ensayo de Stephens Jay Gould
que aparece en su libro “La sonrisa del
flamenco”. En él se refiere a los trabajos paleontológicos del reverendo
William Buckland, (1784-1856), y a cómo Buckland trataba de conciliar sus dos
mundos: geología y religión. Este paleontólogo hizo un buen trabajo empírico
sobre las cuevas y su fauna asociada y ajustó toda su teoría a la acción del diluvio
universal relatado en la Biblia (la teoría diluvialista era predominante
entonces) Gould nos dice que Buckland estaba razonando al revés: “partiendo de una creencia previa para llegar
a una conclusión empírica”. A veces me parece que estamos asistiendo aquí a
algo parecido: negamos, olvidamos o no vemos la riqueza en paisajes, en ecosistemas,
de Los Pedroches, porque ajustamos nuestras percepciones sólo al ecosistema por
el que hemos caracterizado la comarca, a pesar de que hay pruebas que avalan
que tenemos “algo más”.
En la reunión del CIT ya citada, ante un comentario sobre la
escasez de superficie protegida en la comarca y el valor añadido que supone
para atraer turismo (creemos que de calidad) el que haya una figura de
protección, la alcaldesa, ya extinta, del único municipio de Los Pedroches que
alberga un parque natural, se lamentó de que ya eran demasiados espacios
protegidos y que tal circunstancia es un problema más que un beneficio (no
argumentó cuáles eran los perjuicios)
Y para terminar, queda recordar un editorial del antiguo
“Jaramago” (año 2010; nº 14) en el que dábamos cuenta de las impresiones que
habíamos tenido de una reunión que se celebró el 5 de marzo de ese año, en
Villanueva de Córdoba, para presentar la Asociación de Defensa de la Dehesa,
ADHESA. Decíamos entonces en el “Jaramago” que esta asociación “ha nacido al calor de la futura Ley de la
Dehesa, que pretende promover la gestión de la dehesa, fomentar el desarrollo
económico y la mejora de la calidad de vida de la población del medio rural
ligada a la dehesa, …” Seguía: “Dependiendo de quien mire la dehesa, le
encontrará unos problemas u otros; … Se debe de hallar un equilibrio entre
todos los factores implicados, económico, social y ambiental, …. En la reunión
del día 5 de Marzo, se habló poco de la componente ecológica, biológica y
cultural de la dehesa, de la necesidad de mantenerla viva por sí misma. Muchos
se lamentaban de los árboles caídos pero nadie habló de la reposición de estas
encinas… Aquella noche se respiraba demasiado la palabra ‘subvención’”.
Buenos principios e intenciones, pero de ADHESA poco más se ha sabido (por
cierto, también se oyeron lamentos por la “injusticia social” que supuso el no haber sido
declaradas las dehesas de Los Pedroches Reserva de la Biosfera)
pln