Es frecuente encontrar en carreteras y en caminos, animales
atropellados; al margen de los millares de invertebrados (sobre todo insectos)
que mueren al chocar con los vehículos, y que pasan desapercibidos, los más conspicuos
son los vertebrados, y entre ellos los mamíferos y aves, aunque sean los
anfibios los que se pueden encontrar, en determinadas condiciones
meteorológicas, atropellados en cantidades considerables. Un antiguo informe de
la Sociedad para la Conservación de los Vertebrados estimaba (a la baja) en
unos 10.000 los vertebrados que mueren atropellados diariamente en las carreteras españolas. Pero no solo “vemos muertos”
a causa de atropellos, también nos los encontramos debido a causas naturales
(hipotermia, predación, inanición, etc.) o por disparos, por ejemplo.
Sea cual sea el motivo, los cadáveres son una fuente de
información. Siempre sirven para indicar sobre la presencia de una especie en
la zona y, manteniendo las lógicas precauciones a la hora de interpretar los
datos, también nos pueden informar de la abundancia relativa de una especie, o se
pueden usar para obtener datos de tipo demográfico (estructura de sexos y edad,
por ejemplo), datos ecológicos o de comportamiento (períodos de actividad,
dispersiones, etc.) o sobre enfermedades o parasitosis e incluso sobre la validez
de actuaciones de protección de la fauna. También, en muchas ocasiones, nos permiten conocer animales que es muy difícil observar vivos.
La presentación es una pequeña muestra de la variedad de animales encontrados muertos por causas diversas.
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