domingo, 29 de enero de 2012

¿De quién depende?

Hace unos años, hablar de reformas medioambientales, medidas correctoras, planes de previsión, control y gestión de residuos...era hablar de algo incomodo y sin sentido. Invertir hoy en "medioambiente" no solo es algo, razonablemente aceptado por gobiernos, industrias, ciudadanos...es obligatorio.
Sabemos de sobra los conflictos geopolíticos, del pésimo futuro que entraña el cambio climático, de la hambruna mundial, la pérdida acelerada e irremediable de paisajes y especies. Todo esto ha hecho que al menos en la teoría, los gobiernos fijen medidas a nivel global que puedan frenar todo este tremendo desbarajuste.
Pero, y a nivel local que al final y en definitiva es la suma de esas intenciones globales. ¿de quién depende?
Pues amiguitos, depende de los políticos, unas veces buenos y demasiadas veces malos.
De todos es sabido que los políticos son, sin la menor duda, los que menos saben de los problemas de la gente y encima tienen esa fea costumbre de jugar con nuestro dinero, con lo que es de todos o con cosas que no tienen repuesto.
Dejar en manos de esta gente nuestro patrimonio y nuestro futuro, resulta tan peligroso como mandar a nuestro elefante a que haga un triple salto mortal sobre seda dental.
Una mala gestión medioambiental, es el comienzo de un desastre al que cada día es más difícil buscar solución y cuando por fin revienta, su reparación resulta infinitamente más costosa económica y socialmente de lo que nadie pudo haber imaginado.
Por desgracia los ejemplos son diarios, petroleros hundidos por falta de control: aún recordamos aquel chapapote, las balsas de Aznalcollar, recalificación interesada de suelo publico, permisos de obra en litorales o espacios protegidos, construcción de edificios donde esta proyectada una avenida,.etc, etc, etc.
Si por un momento, somos capaces de analizar nuestro alrededor, veremos que todo se complica aún más con un fenómeno extra.
Emerge un mundillo-sociedad, sin que apenas nos hayamos dado cuenta y del que ahora formamos parte o lo que es peor, él forma ya parte de nosotros. Todo un circo de personajes "populares".
Como aquellos partidos de futbol en época de franco que por si solos ya desconvocaban una huelga, mil veces mejor que las batutas de los grises, hoy oímos y seguimos a personajes de esperpento que nos distraen de nuestra tarea critica, de nuestra obligación de entender que ocurre y que esta pasando
Son estos elementos, crecidos por la oportuna popularidad, quienes cuando menos esperamos dan el salto a las listas electorales.
Políticos sin escuela y sin escrúpulos que salen en su mayoría de la nada y se topan con un poder que ni locos imaginaron.
Hablaba hace unos días con un buen amigo de India, Kumar, de la malísima gestión medioambiental que existe en su país.
Y me hablaba de Kumari Mayawati Ji, la presidenta del estado indio de Uttar Pradesh, uno de los lugares mas ricos en paisajes e interesantes de India, os sonara si os recuerdo que allí esta Agra, la gloria de los mongoles, la ciudad del Taj Mahal,
Esta mujer, llego al poder aupada por los sectores más pobres, famosas por sus discursos vacíos en sus apariciones casi diarias en programas de televisión.
A poco de su elección, Mayawati ha centralizado la corrupción en sus propias manos, vendido enormes extensiones de suelo protegido “beneficiándose” en la venta y destrozando sin el menor sentido, terrenos que durante siglos, estuvieron protegidos y venerados.
Este ejemplo, es solo un ejemplo;  más próximos y es el sentido de este texto, recordarnos que está en nuestras manos, dar poder a toda esta pandilla de tragapanes, horteras, monigotes, encantadores de serpientes,.que antes o después harán de las suyas.y que por desgracia llegan a los ayuntamientos, repartiéndose el cortijo a su gusto e interés como si siempre hubiera sido suyo.
Martin Luther King, el muñidor principal del movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, dijo hace cincuenta años: 'Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo, lo que nos parecerá más grave no serán las fechorías de los malvados sino el escandaloso silencio de las buenas personas'


Miguel Aparicio