domingo, 3 de julio de 2011

El problema de la erosión.


Comenzando yo a ser un zagal durante los veranos, a mis 14 años, ya comenzaba yo a tener cierta conciencia ecológica, pues el cuidado de las ovejas da para pensar. Por aquellos años mi padre ya había dejado de ser gañán, conservaba aún su buena yunta pero ya teníamos cierto rebaño de ovejas y cierto número de vacas de ordeño. Fueron también mis primeros pasos en la sierra, entonces ya me di cuenta por primera vez del terrible problema que suponía la pérdida de terreno en pendiente como consecuencia de las aracías continuas.

Para entonces ya comenzaba yo a bromear con mi padre, le decía que aún juntándose todos los olivareros, propietarios, aparceros y cuadrillas no juntarían entre todos las suficientes esportillas para subir toda la tierra que se iba cerro abajo con cada llovida. Desprendida ésta del suelo por el paso de las vertederas. Mi padre mirándome asombrado, no atendía entonces a la lógica ecológica.  

Llevo en Guadamatilla desde el 99, desde entonces empecé a conocer de manera más profunda cuáles eran los problemas ambientales que se daban en los Pedroches, como la falta de regeneración de la dehesa, la sobreexplotación de ganaderías, no sólo de la porcina, la sobreexplotación de las graveras de los ríos como el Gualdalmez y el Zújar, la contaminación de la mayoría de los ríos que nos cruzan y  por supuesto, la erosión del suelo, el primer problema medioambiental de Andalucía.

Yo considero que en origen, el olivar de sierra (con pendientes de entre un 10 y un 35 %) parte de un gran error agronómico y que éste nunca se debió hacer. Pero era otra época, los olivos se plantaron en el siglo XIX,  por motivos tanto de seguridad como económicos. En tiempos de Carlos IV y de Fernando VII había que limpiar las sierras de forajidos a la vez que dar de comer a la gente.

Hoy conforma un paisaje inusual a la vez que hermoso y más de una persona se puede preguntar ¿Pero qué hacen esos olivos plantados en los cerros? Tal era entonces la necesidad y la economía. Tal que no se cayó ni entonces ni ahora, en qué, con su cultivo comenzó la degradación y empobrecimiento del terreno.

Con el cultivo ya realizado, hay técnicas nada degradantes que fijan el terreno, aumentan la cubierta vegetal y aminoran la erosión. 
El cultivo ecológico comenzó en el 95 con 27 socios de la cooperativa de Pozoblanco y ya en el 98 eran 504 los socios dedicados al ecológico. Las dos causas principales por las que se adoptó este viejo nuevo sistema de cultivo eran, por un lado la degradación de los recursos, especialmente la pérdida del suelo así como de fauna y flora salvaje, por otra parte estaba el cada vez más elevado uso de fertilizantes químicos y de plaguicidas o laboreo inadecuado. Por otro lado estaba la escasa rentabilidad que de estos olivares se ha obtenido siempre. 

Desde entonces se han estudiado otras técnicas de laboreo y despastado.  La pregunta a si es conveniente usar el arado en zonas en pendiente o no reiteradamente, yo creo que se ha resuelto ya hace tiempo, la respuesta es: Según cómo. Sobre si se deben de mantener las ayudas agroambientales para eliminar el problema de la erosión, tampoco se ha resuelto dicha cuestión contundentemente. Con estas ayudas y la prohibición de arar, muchos olivareros de un día o para otro, tuvieron mentalidad ecológica pero justo cuando se acabaron estas subvenciones esta mentalidad se fue y volvieron a arar año si, y año también. 
Es inevitable que los olivos seguirán plantados muchos años. Pues apliquemos técnicas que no sean costosas ni nocivas para favorecer la creación de cubierta vegetal. Se puede arar, pero no todos los años, ni todas las calles, se puede meter ganado para que elimine el pasto a la vez que contribuya a fertilizar el terreno.

Si hemos de depender de las ayudas para que tengamos mentalidad ecológica mal vamos.  Pues hemos de considerar que nuestra sierra es un olivar marginal de poca producción y por tanto que hemos de cuidar.  Si nos ayudan, estas ayudas contribuirán a aumentar la escasa rentabilidad de nuestros olivares, pero hemos de tener en cuenta que las principales medidas las tenemos que tomar nosotros. La principal, sin duda, es no incrementar la erosión del terreno. Si la tierra la perdemos año tras año en el futuro no tendremos nada, ni terreno ni olivos.
Estos dos últimos años hemos asistido a algo insólito y han sido las lluvias torrenciales de los dos últimos diciembres, con regajos, arroyos  y ríos con cauces cuadriplicados, llevándose  toneladas de tierra y cubierta vegetal, tanto de las márgenes como de los cerros, tierra que jamás volverá. Estas aguas destrozaron caminos, provocando cárcavas profundas y pies de olivos caídos en las márgenes de los arroyos. Si ya no hubiera más escorrentías esa cubierta vegetal tardaría cientos de años en ser recuperada. Además con el corrimiento de estas tierras se favorece la colmatación de todos los pantanos y embalses, en nuestro caso del Guadalmellato, cuya colmatación se acerca al 10 %.

Es cierto que esta agua tenía que correr, pero al menos si los terrenos no hubieran estado arados o, peor, gradeados, esta pérdida de tierra sólo se hubiera limitado a la de las márgenes de los arroyos. Fue verdaderamente triste ver terrenos arados con cientos de regajeras, Pero lo verdaderamente triste es que esos mismos terrenos este año vuelven a estar arados y gradeados una vez más, esperando a que las lluvias de diciembre próximo nos acerquen más a la roca madre.