Quiero pensar que no es muy difícil de entender que en
“cuestiones naturales” cualquier pequeño cambio puede tener repercusiones
importantes y que, por ello, esas modificaciones deben ser profundamente
meditadas. Tal vez sea eso una utopía en España. Hace unas semanas vi un
documental sobre una reserva de animales en Sudáfrica en la que había problemas
con los rinocerontes, pues los furtivos estaban matando a buena parte de la
población; esta reserva es la principal fuente de ingresos para los habitantes
de la zona. El documental describía un proyecto de translocación de algunos
rinocerontes a otra área sin furtivos; pues bien, dicho proyecto había exigido
seis (SEIS) años de estudio previos, en los que se habían analizado numerosas
variables (incluidas las que concernían a los habitantes) que podían verse
afectadas, tanto en la reserva como en el área de translocación (no, el chiste
fácil de que en esos seis años ya habrían matado a los rinocerontes no se
cumplió). Aquí, un alcalde proclamaba, no hace mucho, que el dragado del
Guadalquivir desde la desembocadura hasta Sevilla se haría aún en contra de los
informes científicos negativos, porque así podía llegar más turismo en
cruceros; no se lo debió pensar mucho.
Volviendo a la Ley de Costas, la construcción de un espigón
favorece que se cree una zona de playa en un lado del mismo, pero, por el
contrario, hace que desaparezca en el otro, en el que se instalan procesos
erosivos, que poco a poco van haciendo que el mar penetre hacia el continente,
con lo que se pueden ver afectados esos maravillosos paseos marítimo y
edificios construidos “a pie de playa”. Como ejemplo de ello tenemos el gran
espigón construido a la entrada del puerto de Huelva; al detener los aportes de
arena a las playas situadas al este del mismo, éstas están perdiendo anchura y
se están viendo afectadas las edificaciones que, en su día, se permitió que se
construyeran en zonas de dominio público. La construcción de embalses en el
Ebro ha provocado que el aporte de sedimentos al delta sea menor (los
sedimentos se quedan en buena parte en los embalses), con lo que los
agricultores del delta están viendo disminuir rápidamente la superficie
cultivable. Podemos seguir poniendo numerosos ejemplos por el estilo. Tal vez
hubiera sido necesario analizar antes las consecuencias de estas
infraestructuras y haber arbitrado medidas correctoras.
Pero no es necesario exponer las consecuencias de la falta
de aplicación o de su rápida derogación de las normas que afectan a grandes
extensiones; a escala local y teniendo en cuenta el efecto acumulativo, los
problemas que pueden plantear la dejadez o la escasa visión de futuro de
autoridades locales llegan a ser muy graves: los más de 8000 municipios que hay
en España son los que “controlan” la mayor parte del territorio. Sus decisiones
afectan, primero a sus ciudadanos, pero también pueden afectar a los términos vecinos.
Por ejemplo, un municipio que permita que alguien corte (nunca se puede
apropiar, pues el dominio público es imprescriptible e inalienable) un camino
en su término, afecta a los vecinos si este también discurre por sus términos
municipales.
A escala local las actuaciones que más pueden afectar a la
ordenación del territorio son la inacción ante las infracciones y la gran plaga
que en los años de bonanza fue el pan nuestro de cada día: las recalificaciones
de terrenos rústicos en urbanos o urbanizables, con el fin de permitir la
construcción de grandes urbanizaciones y complejos de ocio (el caso ya citado
del Algarrobico es un paradigma), que pretendían aportar pingües ingresos en
las arcas municipales.
A este respecto, podemos quedarnos con otro ejemplo disparatado que tuvo gran
repercusión mediática. Un pueblo de Ávila con 143 habitantes, planeó (allá por
2006) construir 7.500 chalés y tres campos de golf en un pinar. Supuso la tala
de 10.000 pinos y la afección a zonas alto valor ecológico. Las numerosas
protestas por parte de asociaciones ecologistas, científicos y parte de los
escasos vecinos, se solventaban con frases y actuaciones, que por repetidas en
este tipo de actuaciones, se han convertido en “un manual de respuestas y
actuaciones para políticos”. Por ejemplo: La
Junta de Castilla y León se comprometió a recalificar el suelo años antes de
comenzar los estudios ambientales e incluso firmó que indemnizaría al promotor
si los técnicos frenaban la recalificación. Frases literales (parafraseando
a un personaje de los Simpsons: “a lo mejor las conocen de otras películas”) obtenidas
de artículos referidos a ese caso fueron:
·
“este asunto obedece a una manipulación política
y mediática que compromete seriamente el desarrollo y bienestar de gran parte
de los …”
·
“están ajustados a derecho”.
·
“estos proyectos no destruyen el medio ambiente,
sino que suponen una ordenación del espacio”.
·
“implicarán bienestar, infraestructuras y más
puestos de trabajo”
·
“cualquier proyecto que un pueblo entienda que
es interesante para el desarrollo será bienvenido”.
Lo que a los políticos se le había pasado, pero no a
científicos y habitantes del propio pueblo, es que no habría agua para
abastecer a la nueva población de 20.000 habitantes: 632.000 metros cúbicos de
agua. Es lo que tienen la mala planificación y gestión hecha con prisas.
A escala menor y más cotidiana queda en todos los municipios
la proliferación de polígonos ilegales, de segundas viviendas, de industrias en
terrenos rústicos no urbanizables e incluso en zonas de especial conservación (en agosto de 2011 denunciamos la actuación ilegal en el arroyo de la Aliseda). En principio esta permisividad y falta de
reflexión lo que hace es desordenar lo que se pretendió ordenar, pero además
crea problemas que antes no existían y que son difíciles de resolver: vertidos
incontrolados, afectación a zonas de valor natural, extracciones ilegales de
agua, por ejemplo. Además, suponiendo que esta figura existiera, le resta “legitimidad
moral” a las autoridades que se muestran condescendientes con las
infracciones o precipitados en sus decisiones: si se ha consentido que se
instale la primera industria en una zona no adecuada al no actuar conforme a
derecho, ¿por qué no se le va a permitir al segundo, al tercero, al cuarto,
etc. que pretendan hacer lo mismo?
En fin, a mis alumnos siempre les recomiendo que: lean bien
las preguntas, planifiquen bien el tiempo que le van a dedicar a cada una y piensen
muy bien las respuestas, que la improvisación raramente es aconsejable en
cuestión de exámenes.
pln