Esta fría mañana nos hemos juntado, como siempre, en la estación de autobuses de Pozoblanco para realizar una nueva ruta. Esta ruta era la correspondiente al mes de febrero, pero por problemas de agenda, no la hemos podido realizar antes.
Aunque al principio el camino parecía algo monótono, quizá también influía que la mañana estaba mañana nublada, con ello los colores no eran los deseados para tomar buenas fotos.
Al divisar el río Zújar y localizar las primeras aves acuáticas, ya nos cambió el ánimo, pues sólo con la visión del río, ya muchos nos pusimos a echar fotos.
Tras la parada del bocadillo nos dirigimos al castillo de Madroñiz, el cual se encontraba a pocos metros. Allí disfrutamos tanto de la subida al castillo como de las magníficas panorámicas que desde allí pudimos observar.
La aves se hicieron de rogar y hubo que esperar casi al final para ver algunas, como ocurrió con las grullas. Buitres leonados, garzas reales, cormoranes grandes con el vistoso plumaje nupcial ya manifestándose, cernícalo común cerniéndose sobre Madroñiz, ánades reales, gaviotas reidoras.
Pero también era necesario fijarse en el camino para descubrir otros animales y, de paso, comprender la importancia de adecuar los pasos canadienses para evitar muertes innecesarias de animales; en uno encontramos una liebre ahogada y en otro un musgaño enano. En algunos pequeños charcos detectamos la presencia de puestas de sapo corredor. La sorpresa la tuvimos cuando en una pequeña charca del camino, a unos doscientos metros del río Zújar, vimos varias piedras con excrementos de nutria. En ocasiones, además de mirar es necesario observar.
Para ver todas las fotos podéis pinchar aquí.